Mi vida secreta como masajista menor de edad

"Tienes muchos nudos esta vez", murmuré, haciendo lo mejor que pude para parecer experimentado.

Dejé que mis manos se deslizaran sobre sus omóplatos en fuertes movimientos bilaterales, masajeando mis pulgares en los tendones más pequeños. El sudor que corría por mis mejillas había comenzado a formar un grueso anillo alrededor de mi escote. El cliente era un boxeador profesional de seis pies con un seco sentido del humor y predilección por los masajes de tejido profundo. Llevaba el pelo oscuro corto y se tocaba la perilla al azar antes de comenzar nuestra sesión. Siempre temí a los atletas. A diferencia de mis otros clientes habituales, que normalmente requerían un tacto suave y un oído terapéutico, los atletas eran más corpulentos y sus músculos más difíciles de excavar.

Con cuidado unté más aceite de canela, cambiando mi peso sobre un pie mientras presionaba mis puños contra el denso músculo. Mi estructura de 5 pies 3 pulgadas contrastaba con su físico voluminoso. Y aunque mi cuerpo se había desarrollado antes de mi edad, todavía tenía cara de bebé.

Esto era…

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